En las entradas anteriores hemos tratado de demostrar la confiabilidad de los escritos bíblicos, pero nos hemos centrado, más que nada en el Nuevo Testamento, ya que la veracidad de la existencia de Jesús y sus actos son más que fundamentales para nuestra fe.

En este post vamos a enfocarnos brevemente en el Antiguo Testamento. Del cual hay mucho para decir.

La importancia de los escribas

Así como vimos la conservación del texto del Nuevo Testamento, podemos decir que el proceso de copiado del Antiguo fue aun más riguroso. Los judíos contaban con el oficio del escriba, quien se encargaba de realizar la escritura y copia de los documentos. Ya mencionamos que la copia de los textos se hacía necesaria ante el desgaste propio de los materiales usados en la escritura, tanto los papiros como las tintas. Los escribas judíos tenían un intrincado ritual para realizar las copias, contaban letras, palabras y frases; si alguno de ellos no concordaba, el ejemplar se desechaba, tal era el celo que ponían al copiar.

 Antes del descubrimiento de los llamados rollos del Mar Muerto, los manuscritos más antiguos del texto hebreo datan del siglo IX de nuestra era, lo que significaba una gran distancia con los textos autógrafos y aumentaba la posibilidad de corrupción. Al encontrarse los rollos en Qunram, entre ellos había manuscritos datados en el siglo tercero antes de Cristo, al comparar esos textos tan antiguos con los manuscritos que se tenían fue asombroso ver que no habían sido alterados a pesar de los mil años de diferencia entre ellos. Esto nos da una pequeña idea de la tarea de conservación de la pureza del texto, realizada por los escribas

La cuestión histórica

Muchos escépticos argumentan en contra de la veracidad histórica del texto hebreo, insistiendo que no hay descubrimientos arqueológicos que prueben muchas de las aseveraciones bíblicas. Antes que nada, dejemos en claro que la Biblia no es y nunca pretendió ser un libro de historia, sino un texto que contiene historias, habiendo en algunos casos, baches de siglos sin registro histórico. No hay una sistematización histórica en el texto completo, aunque sí lo vemos en porciones tales como los libros históricos propiamente dichos.

Con respecto a las pruebas, nadie verá nada donde no quiere encontrar nada. Los prejuicios son de varias índoles, desde los que desacreditan la Biblia por cuestiones de incredulidad religiosa; los pro nazis (o proto nazis) de las escuelas alemanas que alegaban que eran textos míticos, justamente por tener procedencia judía, hasta los modernos musulmanes, que no quieren ver en los descubrimientos arqueológicos nada referido a los judíos porque eso le daría validez a su pretensión sobre la tierra.

Es verdad que no tenemos pruebas arqueológicas sobre muchas cosas, TODAVÍA, resalto esa palabra porque, si bien hay cosas no demostradas, tenemos muchas que se han ido descubriendo. Por ejemplo, durante mucho tiempo los escépticos decían que los hititas eran un invento judío, que nunca habían existido, hasta fines del siglo XIX cuando se descubre por primera vez que había habido un reino heteo. En la actualidad, tras más de un siglo, nadie duda de la existencia de los hititas y tenemos múltiples hallazgos que demuestran lo que en la Biblia estuvo escrito durante milenios.

Así como hay algunos hoy que niegan el holocausto judío en manos de los nazis, hay quienes alegan que no hubo cautiverio babilónico. Con respecto a esto tenemos las ostracas de Laquis, que son cartas escritas sobre barro cocido y que son anteriores a caer, la ciudad, en manos de los babilonios. Desde ese descubrimiento ha habido varios más que comprueban la veracidad del cautiverio babilónico.

El obelisco negro de Salmasar III relata que Jehú, rey de Israel le rindió tributo.

El cilindro de Nabónido menciona a su hijo Belsasar como corregente del imperio babilónico, este último es el que se menciona en el libro de Daniel como quien recibe la escritura en la pared, hasta ese momento los escépticos decían que Belsasar no había exitido.

Durante la última década del siglo XX se encontró la Estela de Dan, que data de finales del siglo IX antes de Cristo, donde se menciona al rey de Israel y a su aliado, un rey de la casa de David, es la primera inscripción, fuera de la Biblia, que menciona a David. Este hallazgo causó gran revuelo, idas y venidas por poder ser de respaldo a la pretensión judía.

La Estela de Merenptah contiene la más antigua referencia egipcia de los hebreos en tierra de Canaán.

Podemos mencionar muchos más, pero por cuestión de espacio no lo haremos. Si bien muchas de las historias, no tienen todavía respaldo arqueológico, no existe tampoco ningún descubrimiento que refute a la Biblia, lo único que se puede encontrar son discrepancias en términos de tiempo, pero tampoco tenemos las fechas exactas en la Biblia, por lo que estas discrepancias son irrelevantes.

El cumplimiento profético

Una de las cuestiones que más respaldan la veracidad del Antiguo Testamento es la enorme cantidad de profecías cumplidas literalmente. Cuando tenemos ante nosotros un texto que ha probado su exactitud profética no podemos dudar de su veracidad

Las profecías acerca de Jesús

Es tan impresionante la descripción que hace el Antiguo Testamento, que podemos reconstruir de la vida, obra, muerte y resurrección de Jesús con las profecías que contiene: sería descendiente de David, nacería de una virgen, en Belén; huiría a Egipto, habría duelo por la muerte de los niños en Belén, viviría en Galilea, enseñaría en parábolas, sería rechazado por su pueblo, sería traicionado por un amigo por treinta piezas de plata, sería martirizado, no abriría su boca, sus ropas serían repartidas, sería muerto junto a criminales pero sepultado en sepultura de ricos, sus manos y sus pies serían perforados pero ninguno de sus huesos quebrados, su costado sería traspasado, oraría por sus torturadores, resucitaría y se sentaría a la diestra de Dios.

¿Puede ser casualidad todo esto? ¿Qué probabilidades existen de que se dieran todas estas “casualidades”? Sin ahondar mucho, vemos que, solamente examinado esta evidencia, el Antiguo Testamento es verdadero.

El resto de la profecía

Como no podemos ahondar en este tema te recomendamos leer el capítulo once del libro “Evidencia que exige un veredicto” de Josh McDowell, el cual pueden encontrar como descarga gratuita en formato pdf. A través de la lectura te podrás maravillar de la exactitud de las profecías con respecto a reinos y naciones de la antigüedad.

¡Quedaría tanto por decir! Pero confío que estos temas hayan despertado en ti el deseo de profundizar y conocer más, de tener herramientas para defender lo que crees, sabiendo que es verdad.

 En los próximos post trataremos de dar respuesta a cuestiones sociales y preguntas que nos hace la gente que todavía no ha desarrollado fe, tales como machismo-feminismo, cuestiones de género, etc. Espero que nos acompañes.

Estela Ortiz

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