Por un lado, Mateo nos da el ejemplo de la higuera y por otro lado dice que nadie sabe día y hora de la venida. ¿Esto es contradictorio? No, porque no sabemos el día y hora con exactitud, pero conocemos la temporada.
Pensemos en el ejemplo de un embarazo, hay un tiempo de alumbramiento y conocemos que cuando comienzan los dolores está cerca el nacimiento, pero no sabemos exactamente el día y la hora en que ocurrirá. El Padre ha dispuesto señales para que sean una alerta, esto es parte de su misericordia.
Saber día y hora nos haría especular, atender otras cosas y aún permitirnos relajarnos, por eso el siervo imprudente de Mateo 25 fue sorprendido en su mala administración o las vírgenes insensatas se encontraron sin aceite (“total tengo tiempo de arreglar cuentas cuando sepa que la hora se acerca”). En realidad, eso es lo que hacen muchos en su lecho de muerte, “ponerse a cuentas “, cuando tuvieron una vida entera para vivirla a cuentas.
No sabemos en qué momento exacto florecerá una planta, pero sabemos cuándo esperar flores, por causa de la temporada.
Por eso es necesario conocer los eventos, no para alimentar temores sino para esperar Su venida, para avivar la esperanza y que sea un motor que nos impulse cada día.
En la próxima entrega vamos a comenzar a hablar acerca de las señales. ¡Maranata!