Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso: Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea en medio de los siete candelabros de oro: Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son; y has descubierto que son falsos. Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte. Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro. Pero tienes a tu favor que aborreces las prácticas de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.  El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.

Apocalipsis 2:1-8

Por cuestiones de espacio no podemos entrar a hablar de cómo es visto Cristo en cada carta o la recompensa que se promete a cada iglesia. Vamos a centrarnos en aquellas cosas que es necesario cambiar o reforzar, porque ese mensaje es importante para cómo nos preparamos para los tiempos del fin.

En el caso de Éfeso, vemos que se alaba su obra, trabajo y perseverancia, por otro lado, que ha tenido celo en cuidarse de los falsos ministros. En el otro extremo de la balanza se le reprocha haber perdido su primer amor. Esa palabra, primer, denota primero en importancia. Lo que habían perdido los efesios era el amor más importante. Hacía muchas cosas y con gran esfuerzo, pero el primer lugar en sus afectos estaba equivocado. No dice que no amaran, sino que había un orden invertido.

Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.

Lucas 10:27 

La prioridad en el amor nos la dio el mismo Jesús: primeramente, al Señor y en segundo lugar el prójimo y uno mismo en el mismo plano. ¿Por qué es tan importantes esto? Porque lo espiritual se resiste con el espíritu opuesto. Está escrito:

Porque habrá hombres amadores de sí mismos…amadores de los deleites más que de Dios,

2 Tim 3:2-4

En un mundo donde el amor está enfocado en el ego, la iglesia con el orden de amor bien establecido brillará como una luz en las tinieblas.

¿Por qué perdió el primer amor?

El texto no lo dice, pero puede estar inferido en el mismo:

  1. Tanto enfocarse en el duro trabajo y en las obras se volvió activista pero fría: cuando lo que hacemos es más importante que por quién lo hacemos estamos ante el peligro de haber perdido el primer amor. Cuando no podemos frenar lo que hacemos para escuchar a otro, para darle tiempo y atención. Esto es aplicable tanto a Dios como a la gente. Podemos decir que el amor se mide en tiempo brindado. (¿Cómo está tu tiempo dedicado a Dios y a las personas que dices que amas?)
  2. Tal vez sea porque ellos aplicaron el discernimiento para no dejar entrar el error y a los impostores a la iglesia, podemos decir que fueron muy correctos en la ortodoxia. Pero tal vez esa ortodoxia se les volvió una trampa, porque la amaron más que a las personas. Tratando de descubrir quién era falso se volvieron desconfiados, recelosos y comenzaron a “separar el trigo de la cizaña”, no encontraron el equilibrio y perdieron el amor hacia los hermanos. Hay doctrinas que no son negociables, las que tienen que ver con la persona de Dios y con la salvación, por ejemplo, pero hay prácticas y tradiciones completamente periféricas, cuando nos enfocamos en esas tradiciones humanas para dividirnos unos de otros, estamos frente a la pérdida del primer amor.

¿Cómo se recupera el primer amor?

Allí mismo está el antídoto contra la pérdida del primer amor:

  1. Recuerda: activar el recuerdo nos hace revivir la experiencia. Cristo le dice a la iglesia: “Recuerda de dónde has caído”, o sea que hubo un tiempo donde se elevó en amor. Él es el mejor psicólogo, los buenos recuerdos nos hacen reflotar la emoción de ese momento. ¿Puedes recordar hoy cuando conociste al Señor? ¿Qué sentías? Cuando todavía no habías naturalizado su presencia ¿Qué emociones te embargaban al saberlo cerca, al comprender que te amaba, que era tu Padre? ¿Recuerdas cómo les hablabas a todos acerca de Él porque habías descubierto el mejor tesoro? Y con respecto al prójimo ¿Recuerdas cuando hablabas a uno con tanto amor como si fuera una multitud? ¿Recuerdas cuando no te habías contaminado con denominaciones o “la iglesia de tal o cual” y te alegrabas al conocer a un hermano? ¿Y cuando diste generosamente por esa persona? ¿Puedes recordarlo? Entonces seguimos al segundo punto.
  2. Arrepiéntete: arrepentimiento es cambio de pensamiento, no es lo mismo que remordimiento. Los pensamientos condicionan las acciones, por eso es necesario tener los pensamientos adecuados que nos lleven a acciones adecuadas. Tal vez dejaste de tener tiempo con Dios porque estás haciendo cosas importantes para Él, hoy es tiempo de cambiar de pensamiento y vivir que Él es más importante que cualquier cosa que hagamos en su nombre. Tal vez comenzaste a filtrar tu amor por el prójimo con parámetros humanos, con tradiciones de hombres, hoy es un buen día para volver a amar sin prejuicios, dando la otra mejilla, sin reservas.
  3. Vuelve a practicar las obras del principio: seguramente, mientras recordabas qué sentías, también te vino a la mente lo que hacías, ¡vuelve a hacerlo! Bríndate como al principio, primeramente, a Dios y también al prójimo. Haz las obras que tienen como fundamento el amor.

Si queremos ser efectivos en estos postreros tiempos debemos volver a poner en orden la prioridad del amor. Amando vamos a ir contra la corriente de este mundo y vamos a mostrar a Cristo a una generación sedienta de amor genuino.

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