El altar nunca te deja en el altar, siempre te lleva a algún lugar. La intercesión hecha por revelación, fuera de la rutina, se acompaña de actos proféticos, así vemos que es diferente orar por el cierre del boliche de la esquina desde el templo, que comprar la entrada del boliche y orar desde adentro.

El apóstol Pablo decía que lo que no se ve, se representa con lo que se ve.

El altar es el que nos lleva a la consagración, y la consagración es la que nos permite recibir la revelación de Dios. Toda intercesión necesita de la revelación de Dios para ser efectiva.