y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mateo 24:12
La maldad irá en aumento y eso hará que el amor de muchos se enfríe. ¿Qué significa esto? ¿Qué relación inversa tienen el amor y la maldad, que el aumento de uno puede hacer disminuir al otro?
La palabra que se traduce como maldad, en el original es más profundo, habla de un rechazo deliberado a la ley de Dios. El Padre dijo que escribiría Su ley en nuestros corazones, que ya no sería una ley externa, sino que llegaría a ser un motor impulsor interno. Esa fuerza con peso legal, impreso en el corazón de sus hijos es la ley del amor:
Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Mat 22:35-40
Del amor a Dios y del amor al prójimo depende toda la ley. Es el amor esa ley interna que no nos permite dañar a otro, que busca solo el bien de los demás, que antepone al prójimo. El aumento de la maldad cauterizará los corazones para que no amen.
¿Acaso no estamos viviendo eso hoy? Madres que deciden abortar a sus propios hijos solo porque su vida “es más importante”, hijos que deshonran a sus padres, infidelidad conyugal minimizada con un sinfín de excusas, explotación laboral, asesinatos, el “nos es mi asunto, yo no me meto”… Pareciera que la vida ajena no tiene valor, la indiferencia va en aumento. Mientras esto sucede en el mundo y la maldad aumenta, ¿qué sucede con los hijos?, hay dos clases de hijo:
- El que se sostiene en el amor del Padre y aunque sufra rechazo o afrentas sigue amando. Es el que imita a Dios y tiene el amor de 1 Corintios 13, que todo lo soporta, que no busca lo suyo.
- El que todavía vive en orfandad, aun siendo hijo y necesita del amor o reconocimiento de otros para poder seguir adelante. Es esa persona que está esperando que se le devuelva algo en función de lo que hace, el que espera algún tipo de retribución.
En un mundo sumergido en la maldad, lo que menos podemos esperar es algún tipo de reconocimiento o gratitud, simplemente porque esas cosas, como todo lo bueno, vienen del Padre y si esa fuente está cerrada, no existe posibilidad que brote algún tipo de bondad. Es entonces cuando los hijos huérfanos se cansarán de dar amor sin recibir nada a cambio y eso hará que su amor se enfríe.
Entonces, ¿cómo me protejo para que mi amor no se enfríe?
En primer lugar, yendo cada día a la fuente del amor y llevando con nosotros, en oración, intercesión y perdón a quienes nos hieren. Cuando le amamos, se nos revela cuánto nos ama y se vuelve un círculo virtuoso, más le amo, más siento Su amor. En esa plenitud puedo amar sin esperar retribución del hombre, porque mi necesidad de amor ya está llena en Él.
En segundo lugar, revisando mis intenciones profundas en cuanto a dar amor: ¿Internamente estoy buscando que se me dé algo en respuesta? Si mi corazón engañoso me está queriendo engañar, allí mismo poner las cosas es su correcto lugar, pedir perdón y declarar que lo único que necesito es el amor del Padre.
Puede suceder que haga algo bueno por otra persona, que me sacrifique en esa acción, que dé de mis recursos, tiempo, o lo que sea y que no tenga ningún reconocimiento o aun peor, que el reconocimiento se lo den a otra persona. Tal vez el alma me quiera hacer sentir autocompasión: “nadie tomó en cuenta lo que hiciste”, es entonces cuando la maldad no pude hacer enfriar mi amor y me debo reenfocar poniendo el alma en su lugar: “no lo hice por reconocimiento del hombre, mi Dios vio lo que hice y lo hice para Él, ya tengo mi paga”.
Te invito a que puedas examinar tus motivaciones al dar amor y si te das cuenta que has estado esperando alguna recompensa terrenal, renuncies a ello y te prepares para amar a tus enemigos, a los que te persigan, a los que te calumnien, a los que atenten contra tu vida o la de tus seres queridos, eso es no dejar enfriar el amor por causa de la maldad.
¡Vamos a mantener el fuego del amor !