La Iglesia está para pastorear territorios, el lugar físico donde Dios te planto como iglesia de Cristo necesita ser pastoreada por personas encendidas, que estén dispuestas a hacer lo que tengan que hacer para que los perdidos sean salvos.

Como iglesia podemos estar presentes en cada área de la vida de la ciudad. Pero cuando nos volvemos efectivos como Iglesia y hacemos retroceder las obras del infierno en la ciudad, se vuelve más fácil y más concreta esta tarea de “desarmar y volver a construir”.


Hay un aspecto práctico en la guerra espiritual que no tiene que ver con hacer una cruzada contra satanás, tiene que ver con salvar gente. El llamado de la Iglesia de Cristo no es a destruir el inferno, el llamado de la Iglesia es SALVAR a las personas, y tenemos que estar dispuesto a hacer lo que haga falta para cumplir ese llamado.

Como decíamos en capítulos anteriores, intercedemos de verdad por lo que amamos, y muchas veces nos encontramos no solo rechazando al pecado, sino también rechazando al que lo practica, y no entendemos que ahí es cuando el infierno logra separarnos del otro y crear una distancia con quienes necesitan ser salvos.

Lo único que le preocupa al infierno en este tiempo es la Iglesia. Es tiempo de tomar nuestro lugar en Su plan eterno.