
Por el año 1837 Willem ten Boom, abrió una tienda de relojería en Haarlem, Holanda, construyendo su casa en el piso superior.Corría el año 1844 cuando Willem decidió comenzar una reunión de oración semanal a favor del pueblo judío, que ya desde entonces sufría persecución en los Países Bajos y en otras partes de Europa.Cuando este patriarca falleció, su hijo Casper heredó el negocio y la casa, contrajo matrimonio y de esa unión nacieron cuatro hijos, dos de sus hijas nunca se casaron, siendo la compañía del anciano Casper casi hasta su muerte.
Corrie era la menor, en 1922 fue la primera mujer en Holanda en recibir licencia como relojera. Era una cristiana comprometida, la casa del piso superior siempre estaba abierta para todo el que tuviera necesidades. Las hermanas y el anciano padre se hicieron cargo de muchos niños huérfanos o de refugiados de guerra, proveyendo ayuda material y espiritual. Corrie y Betsy enseñaban la Palabra a los niños y tenían tiempos de oración y adoración, un siglo después de fundada la casa, el espíritu seguía siendo el mismo, era una casa de oración.
Cuando Alemania invadió Holanda y comenzó la persecución de los judíos llegó el tiempo en que las oraciones del abuelo Willem se materializarían en hechos prácticos, Casper y sus dos hijas construyeron un escondite y pusieron una alarma silenciosa en el piso superior donde comenzaron a esconder judíos y aun miembros de la resistencia holandesa. Esa casa fue medio de salvación para muchísimas personas durante casi cuatro años, en coordinación con otros grupos de rescate, los prófugos se quedaban allí hasta encontrar un momento oportuno para huir a otros países.
Durante este largo período fueron innumerables las peripecias que tuvo que vivir la familia, pero nunca desistieron de brindar la mano y socorrer a alguien más. Seguramente el abuelo Willem sonreiría viendo contestadas sus oraciones, sus generaciones estaban rescatando a aquellos por los que había invertido tiempo en orar.
Pero al ser tanta la gente que conocía esta actividad clandestina llegó el momento en que fueron descubiertos, el anciano y sus dos hijas fueron llevados a un campo de concentración desde donde Casper pasaría a la vida eterna. Corrie y Betsy fueron movidas a otros campos hasta que al fin fueron trasladadas al ignominioso campo de exterminio de Ravensbruck, donde ambas casi perdían las esperanzas de salir con vida.
Milagrosamente Betsy había logrado introducir un tremendo tesoro, una Biblia que los nazis no habían visto aun cuando las mujeres eran desnudadas al entrar. Ese libro fue el que mantuvo a flote, no solo a las hermanas sino a todas las mujeres que noche tras noche, en susurros se unían para leerla y orar; las hermanas ya no vivían en aquella cálida casa de oración, pero convirtieron un sucio y hediondo barracón en un altar.
Las pobres, desnutridas y angustiadas mujeres dormían en una gran barraca con estructuras cubiertas de paja que lejanamente se parecían a camas, para completar el cuadro, la paja estaba plagada de pulgas que se hacían el festín con sus escuálidas víctimas. Una noche Corrie comenzó a quejarse acerca de los insectos, pero Betsy la reprendió alentándola a dar gracias aun por las pulgas, esto molestó a Corrie, no entendía cómo su hermana podía dar gracias por esto. Días después se enteraron que si todo este tiempo había podido tener sus reuniones de oración sin ser molestadas fue porque los soldados no querían entrar a la barraca para no ser picados por las pulgas. Allí ella entendió lo que decía su hermana de que es necesario dar gracia por todo. Esos molestos depredadores minúsculos habían sido los guardianes que les había sido provisto por el cielo.
Una noche Betsy tuvo un sueño, ambas hermanas serían libres muy pronto, y así fue; días después el deteriorado cuerpo de la hermana mayor no resistió, y su alma se abrió paso hacia los brazos del Padre. En medio del doloroso duelo, Corrie recibió milagrosamente una orden de liberación y las puertas de Ravensbruck de abrieron para ella. Poco después y ante la eminente llegada de los aliados, todas las prisioneras fueron masacradas antes de poder ser liberadas, pero el sueño de Betsy se cumplió y ambas estaban en libertad.
Esta historia nos deja enseñanzas preciosas:
1- La oración es contestada. Aunque hoy no le veamos, como Willem, quien en oración sembró en la salvación de miles, siendo su misma casa el instrumento para ello.
2- Ser casa de oración no es físico, lo llevamos con nosotros, es la identidad de los hijos y se manifiesta donde vayamos.
3- La gratitud debe ser lo primero que brote de nuestros labios aun sin entender mucho de lo que sucede.
Que hayas sido inspirado por esta poderosa historia y te invito a que puedas leer el libro “El refugio secreto” de Corrie Ten boom, donde cuenta en detalle lo que te relato en pocas palabras.