“Vayan y hagan discípulos”

Seguramente sepas más que de memoria este mandato. A veces, por saber demasiado algo perdemos de vista el sentido y terminamos no sabiéndolo. Antes que nada, dejemos en claro qué es un discípulo: es aquel que es enseñado, un aprendiz o alumno; se refiere básicamente a la persona que está en el proceso de aprender, que recibe enseñanza o que es adiestrada. Entonces nos queda claro que un discípulo es alguien que está en un proceso de aprendizaje en el cual el Padre nos involucró a ti y a mí. 

Para que haya un discípulo debe haber un maestro, alguien que enseñe. Entonces tal vez pienses: “yo no soy maestro”, pero el no tener dones de enseñanza no te imposibilita para enseñar ya que el Señor sabía qué nos encomendaba y qué teníamos, si nos dio una orden es porque sabe que podemos hacerlo. Quiero mostrarte algunos pasajes:

Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido.

Si te consideras siervo, debes desarrollar la aptitud para enseñar, adquirir la destreza para hacerlo. En el original griego dice que el siervo debe ser didaktikos, ¿Te suena familiar? ¡Exactamente! De allí deriva nuestro moderno término didáctica. Entonces uno que enseña busca la mejor forma de hacerlo, aunque no le surja naturalmente, o sea que desarrolla la aptitud porque tiene la responsabilidad de cumplir la orden de su Señor.

Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo.

La expectativa del cielo es que nos volvamos maestros de las verdades eternas. El autor de hebreos dice que “después de tanto tiempo”, o sea que estas personas habían sido expuestas a las verdades por un largo período, pero no habían progresado, no se habían apropiado del mensaje hasta poder enseñarlo. Cuando escuchamos muchas veces el mismo mensaje es común que nos volvamos capaces de enseñarlo, sino piensa en los que pasan largo tiempo jugando videojuegos, es común escucharlos dar instrucciones a los que recién se inician y lo hacen como grandes expertos, no se preguntan si tienen los dones para hacerlo, saben que tienen el conocimiento que les ha dado la práctica. Esto mismo debería suceder con nosotros, si realmente estamos aprendiendo las verdades eternas, si ellas abundan en nosotros, si son motivo de nuestra meditación diaria, entonces deberíamos ser aptos para enseñarlas, la práctica nos habilitaría.

En el original griego, los verbos del pasaje de Mateo 28:18 están en tiempo «aoristo», es un tiempo que no solo indica orden sino urgencia. Lamentablemente en español no tenemos un tiempo verbal que se pueda traducir fielmente, ya que, si bien es un imperativo, parece que quedara a nuestra consideración cuándo realizarlo. Podríamos parafrasear y decirlo de esta manera: “Vayan ahora mismo y hagan discípulos, háganlo ya”.

Necesitamos ir a predicar, ahora mismo, llevar hoy el mensaje y comenzar hoy a discipular. No tenemos excusas para seguir dilatando lo que ya se nos encomendó.